Otoño: luz, color y armonía universal

                                                                   A mis amigas Isabel Lucrecia y Sandra Elinor Walker.


La Naturaleza es sabia. Y para que el placer, el hastío, la paciencia y el amor se conjuren, y suspiremos de una forma diferente, las hojas de los árboles comienzan a tornarse amarillas, rojas, para brindarnos paisajes únicos, casi postales naturales,  y es entonces que alzamos la vista y la Vida, más que el calendario, nos dice que ha llegado el otoño.

Sí, esa que es la tercera estación del año, entre el verano y el invierno, desde el equinoccio de otoño (23 de septiembre) al solsticio de invierno (21 de diciembre) en el hemisferio boreal; y del 21 de marzo al 21 de junio en el hemisferio austral.

Pero es que Otoño es mucho más que una estación del año enmarcada entre el verano y el invierno, es mucho más que el mencionado equinoccio, distinto en cada hemisferio… El Otoño es el espejo de múltiples y complejos estados de ánimos, de esas rebeldías profundas que agitan el alma o esas pasiones calladas, que desgarran pero acallan el lamento.

Es momento de darnos cuenta de que la vida cambia, pero en un largo viaje que para muchos no tiene vuelta atrás, y que, no obstante, para muchos otros, es un ciclo que finaliza y comienza de nuevo, porque no todos tenemos los mismos dioses, ni los mismos amores, ni idénticos propósitos.


Para muchos, en el mundo entero, también es la vuelta a lo cotidiano después de las vacaciones, quizás un cambio de actividad o nuevo sitio para vivir, o sencillamente ánimo para una nueva decoración de la casa, echar en cuenta utensilios que nos hacen faltan, y para los que somos padres, biológicos o no, es momento para ver que nuestros chicos/as han crecido un poco más: ya sea en estatura, o en personalidad.

Representa también la época de volver a esas grandes casas del saber llamadas escuelas, colegios, universidades... en las cuales alumnos y maestros se encuentran como viejos o nuevos conocidos. Aunque a veces a disgusto, y otras con denotada alegría, los centros del saber se llenan de rostros que representan el futuro, como lo fuimos nosotros alguna vez, años atrás.

En otoño se suele ser más sosegado, pues tras el verano, quedan infinidad de aspectos de nuestra vida por analizar: si tuvimos o no vacaciones, por qué ocurrió una cosa u otra, qué fue lo mejor… o en qué momento lo pasamos mal…qué nos faltó y por qué… fuimos aceptados por los demás? Es momento también, para la gran mayoría, de analizar la economía, no tanto por lo que gastamos --ya se gastó…--, sino porque en un par de meses volverá diciembre con su Navidad y todo ese arrebato que cada año incrementa.


Para quienes llevan una vida sosegada, esta tercera estación del año, puede albergar nostalgias, remembranzas de otros momentos de la vida, o simplemente, entrar en un estado de ánimo que invita a la meditación, no para llegar a la Iluminación, pero sí quizás para analizar viejos errores, revisar nuestra salud (de cuerpo y de mente), y encontrarnos con viejos hábitos que tal vez la vorágine de la cotidianidad, nos ha apartado de ellos, como son las artes manuales, leer u ordenar nuestra biblioteca, ya sea un salón de estanterías acristaladas, o una sencilla mesita con travesaños donde guardamos nuestros tesoros literarios.

Una taza de té o café en tarde otoñal en medio de lecturas que nos agradan o revisar quizás algún poema que dejamos escrito o marcado en un libro, o rescatar aquella rosa que años a.. guardamos dentro de una novela, son instantes plenos de paz siempre agradecidos en esta época.


Pero no sé por qué me da por pensar que el amor en otoño nos traslada a otra dimensión es como si los amores cumplieran años en esta estación: nos acordamos del primer beso, de aquellos primeros encuentros casi siempre a escondidas de los padres, luego la época permisiva de los paseos, aquellos besos frente al mar que no sé porqué son diferentes a cualquier otro… aquellas esperas que se quedaron huérfanas en los bancos de los parques.

Porque al final el otoño se convierte en un hermoso camino que nos conduce...no sabemos dónde pero sí se nos presenta como una senda en la que ganamos madurez, sabiduría, paciencia y algunas canas.

Y es entonces que esos lugares en muchas veces solo están en nuestra imaginación se convierten en santuarios de luz, color y armonía universal.


                                                         


Veshi


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