30 Jul
30Jul

Desde muy lejos, sin haberte conocido, me parece ver tu sonrisa juvenil y tu andar pausado o rápido, tu entrecejo despejado o fruncido, porque en ocasiones vas enamorado y en otras, serio, pensativo, preparando alguna acción como máximo directivo del Movimiento 26 de Julio, en coordinación con esa persona que robó tu admiración, otro joven que tuvo el arrojo  de enfrentarse a la dictadura, atacando al Moncada con algunos hombres y unos pocos fusiles: Fidel Castro.

Habías nacido en fecha significativa que tal vez la Casualidad o el Destino, o Dios, lo quisieron por separado o en comunión: viste la primera luz el 7 de diciembre de 1934, aniversario 38 de la caída de otro santiaguero ilustre, el General Antonio Maceo Grajales.

SI YO TE HUBIERA CONOCIDO


Frank , si yo te hubiera conocido, con esos únicos 22 años que tenías,hubiera aprendido tantas cosas de ti... porque tu mirada se guardaba una sabiduría e inteligencia infinitas y mucho amor… todo ese amor que tus brazos reunieron para abrazar a tu madre, Rosario, cuando balas batistianas acabaron con tu hermano Josué, tu niño querido, el 30 de junio de 1957. Justo un mes después. tú caías en idéntico designio.

Si yo te hubiera conocido, las veces que, años más tarde fui a tu casa, a saludar a doña Rosario, tu madre, hubiera podido decirle algunas cosas y no solo hacerle preguntas sobre ti y darle aquellos abrazos que me que quebraban el pecho al escuchar con cuánta entereza y orgullo ella hablaba de ti.

Hubiera sido muy distinto si yo te hubiera conocido a lo largo de los años que sucedieron al 1ro de enero de 1959, la revolución y todo lo que vino después hubiera tenido en ti uno de los pilares más fieles y fuertes. Pero llegó el 30 de julio de 1957.

Aquel día no debió ser para tí el último. Hace 61 años la noticia corrió por todo Santiago, a través del hilo telefónico, saltó los tejados, se deslizó por sus calles empinadas, brincó de patio en patio… y dolió mucho más cuando se supo que en el Callejón del Muro el odio pudo más que el compañerismo escolar, y una delación llevó al ensañamiento bárbaro que acabó con tu vida y la de tu compañero Raúl Pujol.

Y SANTIAGO SE VISTIÓ DE VERDE OLIVO


El recuerdo de tu muerte, entre los míos y muchos otros que no lo son, siempre trae silencio y alguna que otra lágrima, porque te conocieron, desde los días aquellos en que tu reputación de joven maestro normalista te llevaba hasta la calle Santa Lucía con el pretexto de mejorar los estudios de unos niños, pero en realidad preparabas un hecho que ha quedado en la historia de nuestro proceso revolucionario.

Para ese entonces, habías dejado tu trabajo de maestro para entregarte en cuerpo y alma a la responsabilidad que exigía asumir la jefatura nacional de acción del Movimiento 26 de Julio. Fidel había depositado la confianza en ti, porque había dado con el organizador perfecto, que escogía cada palabra, y acertaba en sus propuesta, aunque nunca se negó a aceptar una buena idea de quienes habían puesto en su finas y jóvene manos, sus vidas y sus ideales.

He escuchado de quienes tuvieron la suerte de conocerte, que trabajas para el Movimiento día y noche, y aunque con novia, te centrabajas en cada detalle, sin olvidarte de nada, evitando cualquier descuido que perjudicara la integridad física de algún compañero. o los documentos, armas… trabajabas y organizabas acciones en la clandestinidad con una destreza e ingenio impropios de tu corta edad.

Y así fue como, con tu juventud y rostro imberbe, con tu mirada dulce y comprometida organizaste el amanecer del 30 de noviembre, cuando Santiago se despertó vestida de verde olivo y brazalete rojinegro, con sonidos de disparos en la Loma del Intendente y apoyar el desembarco del Granma con Fidel y los hombres llamados a prender de nuevo la llama libertaria, esta vez en la Sierra Maestra.

El Granma se retrasó, pero el tirano supo que Santiago no se rendiría, y las vidas de Otto Parellada, Tony Alomá y Pepito Tey, hicieron que tu actividad se volviera más eficaz, más positiva y fructífera: había llegado la hora de enviar refuerzos y recursos a la Sierra.

ELLOS NO SABÍAN


Los esbirros no sabían, ni podían saber la fuerza, la valentía, el futuro que dejaron sin vida, ensangrentado y agujereado por sus innumerables disparos. Sus mentes asesinas y mezquinas, leales al dictador Batista, no podían ni siquiera imaginarlo.

Sin embargo, cuando la noticia llegó a la Sierra Maestra y Fidel lo supo, sí valoró tu pérdida en toda la extensión de tu valía, al exclamar: ““¡Qué bárbaros, los cazaron en la calle cobardemente, valiéndose de las ventajas que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino! ¡Qué monstruos, no saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado!...”

Y desde entonces, y para siempre, Santiago te llora y repite el clamor que hizo temblar aquellas vez calles y balcones con el paso de tu entierro, vestido de verde olivo y los grados de Comandante.

Por eso cada vez que el mes de julio llega a su fin, prefiero no pensar en tu inexistencia física, prefiero imaginar de cómo hubiera sido si yo hubiera conocido a Frank País García.


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