Cuando el dolor no alcanza

Es un abismo lo que se abre ante nuestra existencia, bajo nuestros pies… el shock, la negación de la realidad, el cuestionamiento, la rabia, la aceptación. Son algunas de las fases del duelo que al igual que la individualidad de los sentimientos, cada persona lo asume, procesa y acepta de manera muy particular, sin escala de tiempo porque todo depende del insondable y desconocido mundo de la psiquis.

Ante una catástrofe como la del fatídico vuelo Habana-Holguín, ocurre una magnificación de los sentimientos, porque aunque al final sepamos que tenemos o no algún familiar o conocido, duele el factor identidad: han fallecido, de forma accidental, sin saber si fue un error humano, una avería mecánica, o intervino alguna fuerza natural. Han sido 110 seres humanos, casi todos compatriotas, quienes perdieron la vida en un instante que no tiene espacio de tiempo ni color.

Fue un instante fugaz en el cual el terror congeló la caricia de una madre a su bebé, el beso de un esposo a su compañera, el último mensaje de un sobrino o un amigo que fue leído en un el móvil, tal vez  mucho después del minuto fatal. Punto final de la existencia terrenal.

Han transcurrido 72 horas. Una tercera parte de las víctimas ya ha sido identificada y sus cuerpos entregados a sus familias para proceder a inhumar los restos. Nuestro pueblo, tradicional y creyente, se encuentra ante un duelo multitudinario; los oficios religiosos se sucederán uno tras otro, con diferentes identidades, pero en todos, además del descanso eterno por los que se ha ido, se pedirá acompañar en su dolor a los familiares.

Cuba vuelve al trabajo este lunes, vuelve a lo cotidiano pero en miles de rostros se vislumbra el pesar, la pena, el luto... y se comentan las historias de vida que se interrumpieron el viernes 18 de mayo, a las 12:08 del mediodía cubano. Y todos esperamos los resultados de la investigación, que gracias a las llamadas “cajas negras”, se podrá conocer qué pasó y por qué, aunque, atentos: estas investigaciones se pueden prolongar semanas y meses.

Por eso es de vital importancia el apoyo y abrazo solidario (aunque sea virtual) que se le da a las familias, les ayudará a sobreponerse a este primer momento en que todavía no hay aceptación de la realidad. Y es importante que ese recuerdo se quede dentro de cada uno, pero de forma dulce, tranquilo, sin dañar de forma lacerante para evitar estados emocionales inestables que se extiendan por demasiado tiempo y desemboquen en episodios que puedan ser dañinos.

Por eso se acepta como buena señal el llanto. Llorar es una forma de expresar. exteriorizar y reconocer el dolor por lo que se ha perdido. Hay que dejar llorar y  evitar traspasar la fina linea de privacidad que necesita cada doliente: cada persona es un mundo, y cada uno asumirá su pérdida agarrado al recuerdo que más le sugiera el ser querido y en lo que no se debe interferir. Es imposible medir el dolor, es un intenso sentimiento de pena, de tristeza que exige respeto, el inviolable respeto que se impone cuando el dolor no alcanza.

Veshi

Foto tomada de Cubadebate.cu

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