Invierno y Navidad

Ha llegado una de las estaciones más pintorescas y ansiadas del año: el invierno, para quienes vivimos en el hemisferio norte, y desde el pasado 21 de diciembre y hasta aproximadamente tres meses, se extenderá el que junto a la primavera, el verano y el otoño conforman las cuatro estaciones del año.

Estaciones del año que tienen sus amores, colores y vibraciones de acuerdo en la latitud en que vivamos, pues los amigos del hemisferio sur, comienzan ahora su verano, y celebrarán sus fiestas navideñas lejos de abrigos, estufas y nieve, al contrario, muchos esperan estas fechas para irse a las playas.

Y si la Naturaleza y el Universo así lo han dispuesto, y no sitúan a final de año en un sitio determinado, es para que, entre otras cosas, los seres humanos aprendamos que cada cual es dueño de su tiempo y destino, que puede disfrutarlo y emplearlo en disímiles de acciones que no tienen por qué ser antagónicas.

Por estos días con frío o calor, con nieve o con veraniegas tormentas eléctricas, lo que vale es ser feliz, profesar el amor solidario al prójimo y tratar que cuando termine el día, ya sea corto o más largo.  Brindar en familia, o con buenos amigos... para encontrar puntos armónicos que nos unan y no que nos distancien.

La tan esperada reunión familiar, debe ser eso... y nada más. No soy partidaria del "hay que reunirnos". El mayor daño que podemos hacernos --y ocurre con más frecuencia de lo deseado-- es propiciar una reunión familiar con quienes, pudiendolo hacer, solo se encuentran para darse un frío abrazo y sentarse en cualquier parte de la mesa: han pasado 12 meses sin apenas saludarse

Hay que reunirse con las personas que nos aporten alegría, energías positivas, visión abierta del futuro, que compartan nuestros sueños... más allá de asados, candelabros y exquisitas bebidas. Sentemos a nuestra mesa la amistad, el cariño y la armonía, y cerremos la puerta a la envidia, el desprecio o la negatividad que tantas veces convierten estas veladas en escenarios de infartados.

Es cierto que no siempre podemos estar cerca de los que más queremos, pero si la realidad nos lo impide,  centremos en saber cómo están, una llamada de teléfono o una video conexión ya es posible para muchos.. Serán imposibles los abrazos, pero suplanta la necesidad del saber que están y cómo están. Aunque el corazón se llene de arrugas y alguna que otra lágrima se le escape al más fuerte, porque también recordamos a los que ya se han ido. Por ellos también por esos días seamos cautos y dediquemos a ellos también oraciones y buenos pensamientos.

Así que quienes podamos celebrar con techo seguro y algo para alimentarnos y vestirnos, agradezcamos a la Vida, a Dios, o al Destino, y brindemos por ello, porque quizás más cerca de lo que imaginamos hay miles de seres humanos (igualmente hijos de algún dios) que se debaten entre la vida o la muerte, aquejados de una enfermedad o simplemente desplazados de sus hogares por situaciones socio económicas y contiendas belicistas que cubren sus cuerpos del peor de los estigmas: la infelicidad o la muerte.



Veshi

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