Los colores de diciembre (Parte II)

Y aquí va lo prometido en la primera parte de este análisis personal que hace unos días quise compartir con ustedes:

A Diciembre, además de ser el último mes que cierra los 365 días en el calendario gregoriano, le distingue también el misterio de acoger el solsticio de invierno, que en este 2019 se consuma el domingo 22 a las 05:48 (hasta el el 20 de marzo de 2020), cuando la duración del día es la mínima del año (Hemisferio Norte), a partir de  ese instante, notoriamente, los días se van alargando. En el Norte se llama Solsticio de Invierno, mientras que en sur, esta fecha se conoce como Solsticio de Verano, con el día más largo de la noche más corta.

Me he centrado en señalar el acontecimiento astral que marca nuestras vidas cotidianas en este último mes, y no he podido obviar acontecimientos que este fin de año, en el mundo entero, dejan dos enormes heridas que nos desangran con crueldad y ante las cuales apenas se hace nada, o las medidas/leyes son incapaces de impedirlas o minimizarlas dentro de un proyecto humano que al final bien podría erradicarlas para siempre.

Cuando brindemos dentro de unos días y nos prodiguemos bendiciones en medio de cenas y regalos, alzando copas con bebidas espumosas, por un instante veamos en cada burbuja que brilla y se desvanece, la mirada de esa mujer que cada minuto, en algún lugar del mundo, muere a causa de la violencia de género: son nuestras madres, hermanas, hijas, amigas.. que la brutalidad ciega y envenenada nos arrebata por el mero hecho de ser MUJER, y recordemos a  otras que desgraciadamente siguen muertas en vida, a causa de la trata de seres humanos  que no distingue edad, ni raza, ni religión…

Y en sentido contrario de esa espuma descendente en copas y vasos,veamos las masas migratorias que hoy, en varios continentes se mueven de Sur a Norte, huyendo del hambre, de las guerras, de las epidemias, de los desgobiernos que muchos se auto titulan democracias, de esos grandes abismos socioeconómicos del Sur… 

Es un multitudinario rastro imposible de detener; dejan tras de sí toda su vida, sus sueños, su futuro para emprender sin brújulas una ruta hacia nadie sabe dónde, pero todos sabemos qué les espera: otras maneras de manifestar la inseguridad, el odio, el desprecio, la discriminación multiplicada y crucificada por no tener el mismo color de piel y en otros casos por no adorar al mismo Dios.

El cese de la violencia de género y de la migración deben ser compromisos en nuestra lista de deseos para el 2019. Los grandes poderes del mundo parecen que se reúnen para planificar el exterminio de la raza humana: cuántas G... se desarrollan al año, cuántas Sesiones de la ONU se efectúan y ninguna deja una medida efectiva. No voy a ser yo quien dicte las leyes, desgraciadamente, estoy del lado de quienes les toca sufrir pero estoy dispuesta a hacer algo. Y tú?

Navidad?! Sí, dónde, cuándo?

Entonces ahora volvamos a  la Navidad como celebración religiosa, o sea, como lo que realmente es, y que entiendo debería ser incluso para los no creyentes: un periodo para confraternizar y demostrar que la creencia en una deidad determinada no tiene por qué convertirnos en diferentes y mucho menos en enemigos. Una utopía verdad? 

Desgraciadamente sí. Ahora solo se menciona el terrorismo islámico, pero la Historia recoge el horror que provocaron los progroms contra los judíos en el Imperio ruso, hace más de dos siglos… Y si buscamos un ejemplo más cercano  llegamos a los Balcanes en la década del 90 del siglo XX, cuando intereses políticos reforzados por históricas controversias religiosas, dejaron un doloroso rastro de sangre entre judíos, musulmanes, cristianos, macedonios… de esa zona geográfica que antes había sido Yugoslavia.

La Navidad la celebran los cristianos, de diversas denominaciones, pero sobre todo los católicos, que tienen en el 25 de diciembre la celebración del advenimiento de Jesús. La iglesia católica concede a esta fecha tal vez la mayor importancia porque es el nacimiento en Judea de Jesucristo, el Hijo del Padre, el creador. Y aunque en el hemisferio sur, por estas fechas es verano, icónicamente la Navidad siempre va asociada al invierno del hemisferio Norte. La blanca nieve, las velas y campanas rojas y doradas...

Los católicos ortodoxos también festejan la Navidad, por supuesto, pero días después de la celebración católica. La iglesia ortodoxa al guiarse por el antiguo calendario juliano (lo instituyó el emperador Julio César en el año 47 a.C.) celebra la fecha marcada por el nacimiento de Cristo, 13 días después. Pero en ambos entornos, al tener el mismo propósito, las celebraciones tanto litúrgicas como populares tienen más coincidencias que diferencias, aunque las hay.

De ahí que la tan esperada blanca Navidad en Rusia se celebra el 7 de enero, pues como ya explicaba  la Iglesia Ortodoxa sigue rigiéndose según el antiguo calendario Juliano, basado en el movimiento del Sol para medir el tiempo. Este calendario tiene un retraso de 13 días respecto al gregoriano.

Un hecho curioso: en Belén, ciudad de nacimiento de Jesucristo según los Evangelios canónicos, la Navidad se celebra dos veces, pues la Basílica de la Natividad es administrada conjuntamente por la Iglesia católica, que celebra la Navidad el 25 de diciembre, y la Iglesia ortodoxa de Jerusalén que la celebra el 6 de enero, justo cuando los católicos celebran la Epifanía.

No obstante les aclaro que las iglesias ortodoxas de Alejandría, Rumania, Bulgaria, Albania, Finlandia, Grecia y Chipre sí festejan Navidad el día 25 de diciembre y el 6 de enero celebran la Epifanía, fiesta en la que los ortodoxos bendicen las aguas.

La iglesia protestante y sus múltiples denominaciones también festejan la Navidad en nuestro 25 de diciembre, salvo excepciones, como es el caso de los Testigos de Jehová que se apartan de esta conmemoración.

Otra religión que causa expectación por estos días, es la judaica o el judaísmo, que más que una religión es una forma de ser. Eres judío si tus padres lo son, o al menos si tu madre lo es. Es algo a lo que nadie se convierte, porque no es cuestión de “volverse” judío, sino de serlo, y vivirlo como manda la Torá, libro que contiene la ley y patrimonio judío; es la que marca sus inviolables preceptos y se basa en los cinco primeros libros del Antiguo Testamento.

Los judíos por estas fechas celebran la Jánuca, o fiestas de las luminarias, que no siempre coincide con el 25 de diciembre, pero son ocho días en los que se va encendiendo una vela cada día. Por ejemplo, en este 2018 los judíos hicieron su celebración  del 2 al 10 de diciembre, y con ella se recuerda fundamentalmente la victoria del pueblo de los macabeos, que en el siglo II a.C. recuperó el Templo de Jerusalén.

Y aunque muchos lo desconocen, la principal diferencia entre el cristianismo y el judaísmo es que los judíos todavía esperan la llegada del Mesías, ya que para ellos, Jesucristo es sólo un profeta y no el auténtico hijo de Dios, por eso, no celebran la Navidad como la llegada de Cristo, sino que su fiesta típica en este período es el Hanuká o Jánuca, que como ya dije, se refiere a un acontecimiento bélico.

En otros países o civilizaciones

Por otra parte, los musulmanes, tampoco celebran la Navidad, respetan a Jesús, como profeta, pero para ellos, la figura principal es el profeta Muhammad, de quien se desconoce la fecha de nacimiento, de ahí que no consideran deba hacerse celebración alguna. Tienen, eso sí, el Ramadán  ( mes de ayuno, en el que se ofrece ayuda a quienes tienen carencias) y la fiesta del sacrificio, festividad en la cual se sacrifica  un cordero para comerlo y dar en caridad una tercera parte del mismo.

En el continente americano, conviven religiones diferentes, pero una gran mayoría coincide en celebrar este suceso en diciembre, ya con las costumbres propias de cada grupo social pero unidas por la adoración al niño Jesús o al advenimiento de Dios. Y lo mismo sucede en África, un multicolor continente que abrazó con fuerza varias religiones lo que marca significativos contrastes en las celebraciones. Y lo mismo podría decirse de Asia y Oceanía.

Entonces amigos, llegado a este punto me despido… por el momento. Con mis mayores deseos de bienestar y salud para todos, y sin dejar a un lado cualquier empeño o compromiso, por mínimo que sea, de lograr para 2019 un mundo mejor. 





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