La Habana, sus portales y un enigma

Por: Verónica Soto Hiller


Siempre me hablaban de tus columnas, de tus colores, de tus crisoles de risas y miradas, de largas historias forjadoras de identidad y costumbrismos… pero esta vez encontré a tus columnas y algo más: me perdi en tus portales y cual Alicia en país distinto, me trasladé a otra dimensión para sumergirme en el sub-mundo, en los murmullos, en las vivencias, en voces de otros tiempos que se esconden en tus portales.

Reconozco que ha sido un sueño, una visión palpada en la piel, una extraña pero revitalizante sensación, que solo se percibe por un instante pero suficiente para saber que ha sido una experiencia única, tan inimaginable como inesperada. Han pasado semanas para poder describirla, porque ahora, sin cerrar los ojos, me dejo arrastrar por tus portales, sean como sean: señoriales, elegantes, santificados, populares, bullangueros; de variopintos colores: desde el blanco marmóreo a los amarillos, verdes y rosas; antiguos, renovados, maltrechos.. sean como sean, dejaron al descubierto, ante mi existencia, cuánto hay de ti, Gran Habana, en tus maravillosos y mágicos portales.



No han sido visiones, sino pura sensación de una traslación en el tiempo para adivinar, encontrar y reconocer personajes, famosos y humildes, que a través de los siglos dejaron su esencia existencial mientras  caminaron por tus calles y se guarecieron  --del sol, de la lluvia y de miradas indiscretas--, en tus portales.

En partículas de tiempo difíciles de medir, presencié cantares, desengaños, sufrimientos, celebraciones, angustias, insultos, veneraciones, poderío, pobreza, hambre, derroches… excesos y represiones de todo tipo. El rastro de perfumes que dejaron pañuelos del más fino holán, hasta los que empapados de sudor delataban el origen de su portador...

Historias que relatan siglos, hechos heroicos y otros no tanto, esfuerzo por la supervivencia o por el señorío, sable a la cintura, rostros serios y comprometidos con el futuro, los he visto entrecruzarse  con una camiseta deportiva llevando a un niño en brazos: pasado y presente; cuerpos que se deslizan, cada uno sumergido en un sueño de vida... aunque algunos no van solos, hay cuerpos que, muy juntos, se deslizan por tus portales y juntan sus manos que llevan la pasión del beso prohibido.



Y es que el beso también tiene su historia que contar en tus portales. Ay Habana mía, sabes tú cuántos besos robados enumeran tus columnas? No, no lo sabes, porque no ha habido noche ni día, ni madrugada, que la explosión del amor se haya reprimido en tus portales, por vacíos que estén, por inmaculados que parezcan… allí estaban, están y seguirán. porque los besos también disfrutan de tus espacios, de tu magia maravillosa… y cuando por tus calles recorre silencioso el suspiro de amor del mar Caribe, no hay portal que se libre de los suspiros de amor.

Por eso creo que, cuando en noviembre de 2019 festejes tus 500 años, también celebrarás que tú, San Cristóbal de La Habana, o sencillamente, La Habana, eres la capital que guarda incontables acontecimientos históricos que concibieron nuestra identidad, pero además otros muchos desconocidos sucesos, en forma de susurros, que solo y únicamente conocen tus calles, que conviven contigo en el tiempo, con tu magia, tus colores, tus sonidos, tus olores… tus columnas y tus portales... y el enigma de vaya usted a saber, cuántos besos robados.





Dedicado a todos aquellos que, en cualquier  momento de su vida, han disfrutado de los portales de La Habana, aunque sea contemplando estas imágenes.


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