Para que naciera una Cuba diferente


Este 13 de agosto he vuelto sobre mis pasos, porque me doy cuenta de que lo tengo que escribir de esta manera, y me he dedicado a entrar y salir de los capítulos de esa historia que continúa agregando páginas de dignidad, valentía, solidaridad, de cultura, de salud pública, de bienestar y amparo para los niños...

Seguí tu andar  desde Birán hasta el Harlem de Nueva York, pasando por la calle San Lázaro en La Habana, he vuelto a verte defendiéndote a tí mismo, tú solo frente a la barbarie y la injusticia, cuando te juzgó el dictador y preguntaste dónde estaban tus compañeros, --masacrados, asesinados casi todos--, y te propusiste, abiertamente, enmendar todo lo inaceptable en la tierra de Martí y Maceo.

En aquel momento te tildaron de iluso, aunque el teniente Sarría cuando te detuvo presagió en tí la verdad y la grandeza, para sentenciar: “Las ideas  no se matan”; no hubo que esperar mucho para darnos cuenta de que la Historia, tarde o temprano, tendría que absolverte.

Y así transcurre para mí este 13 de agosto, de la cárcel de Boniato, en las afueras de Santiago de Cuba, a la Prisión Modelo en Isla de Pinos. Te seguí a México y  casi me pierdo entre tanta gente joven que se fue sumando a tus ideas: hasta un argentino, un joven médico llamado Ernesto, se integró al grupo.

Todos se subieron contigo al Granma, la historia continuaba sin ellos saberlos, pero cuando Roque se cayó al agua y tú ordenaste buscarlo en medio de las aguas oscuras entendieron que debían seguirte, como hubiera dicho una profecía: “por los siglos de los siglos”.

Te volvieron a dar por muerto, pero al poco tiempo, el periodista Herbert Matthews, del New York Times subió y bajó de la Sierra Maestra con la verdad y el propósito del Ejército que ya comandabas: estabas vivo y cada día día se sumaban a ti decenas de campesinos.

Sí, porque ellos forman parte de tu existencia desde aquel 13 agosto, entre cañaverales, ríos, bohíos y barracones: desde tu primera luz estuviste rodeado de campesinos, y de los haitianos que trabajaban en las tierras de tu padre, y desde joven, como buen martiano, entendiste que  “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. (…) dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos”

Por eso que este 13 de agosto tiene más de 24 horas, pues perseguido por viles intentos de asesinarte, en más de 600 ocasiones vi cómo tus hombres, tu pueblo, el Destino, desviaban la mano traidora y seguías avanzando, desde las estepas y bosques rusos, hasta el Vietnam del Tío Ho… conocías de los avatares de atentados como el de La Coubre y la invasión por Playa Girón. Tu comandancia en el central Australia que se quedó pequeña y saliste tú mismo a conducir un blindado para disparar al Houston.

Volví a asustarme cuando por poco pierdes la vida en medio del ciclón Flora, porque  asumiste que tu papel, tu compromiso, tu trabajo… era estar junto a tu gente, cercano a esos campesinos que te vieron nacer, y quienes debían ser los verdaderos dueños de las tierras que trabajaban sus manos.

Y tus detractores, si no enviaban una bala calibrada, se sirvieron también de la palabra, o mejor dicho, de la falsa palabra, para manipular, para tergiversar la historia y la verdadera obra de un pequeño país que sobrevive a tan solo 90 millas del imperio norteños, y aún así ha logrado más de una vez la gloria en el deporte, en el arte, en su cultura, recuperando, conservando y enriqueciendo su Patrimonio Nacional.

Se inventaron leyes absurdas, celos, asesinatos… para obviar la necesidad de aplastar la desigualdad, el colonialismo, la esclavitud, el apartheid… Y se inventaron la Operación Peter Pan, vagas versiones sobre Camilo, sobre el Che, para ocultar la contrarrevolución y la opresión de los grandes monopolios en América Latina, en África… Pero la historia recogió lo que sucedió en Angola, en Namibia, en Sudáfrica. Y el pueblo cubano entregó su sangre junto a los descendientes de sus antepasados, aunque muchos no pudieron regresar.

Pero la solidaridad ha de ser honesta y con vergüenza, y aprendimos de ti, que de otras tierras solo se debe traer los restos de los hermanos que allí quedaron, y dirigiste la Operación Tributo para traer a los miles de hermanos que cayeron en combate en tierras africanas, y no te olvidaste del Che y su guerrilla, para que descansaran todos juntos en tierra libre, en tierra que jamás podrá ser pisoteada y donde cada día flores depositadas por manos llegadas de todo el mundo, honran su epopeya guerrillera.


Y si tuviste muchos enemigos, aunque casi todo sellados por la misma marca de la CIA, también mucha gente te quiso, y grandes hombres de los siglos XX y XXI se honraron en darte la mano y no ocultaron la satisfacción de ser tus amigos: desde Agostinho Neto hasta Hugo Chávez y Evo Morales, y tus palabras en la tribuna principal de la ONU se guardan para la historia con las ovaciones más grandes allí ofrecidas a un Jefe de Estado. Porque no fuiste a hablar de Cuba, sino en nombre de los millones y millones que en el mundo precisan una justicia social que les haga valer sus derechos y deberes como ciudadanos dignos y libres para trabajar y alimentar a sus hijos.

Como tampoco te olvidaste de Elián, el llamado niño balsero, y lograste lo inimaginable, que alguien se atreviera a sondear y escabullirse entre los resquicios de las leyes del Tío Sam… y Elián volvió con su padre, a su Cárdenas natal, como volvieron los Cinco, porque prometiste que volverían.

En ambos casos, fueron muchos las voces, fue demasiado fuerte el ondear de la bandera de la estrella solitaria. Y tus discursos, y las marchas, una, y otra, y otra más, hasta tus pies necesitaron cambiar sus tradicionales botas de trabajo por las zapatillas deportivas, porque Fidel, nadie... nadie en el este increíble mundo, --como hubiera dicho tu entrañable amigo , el escritor colombiano Gabriel García Márquez--, podía adivinar cómo y cuánto soportabas en tu alta e incansable estatura.

Estudiando economía, medicina, interpretando y buscando fórmulas para evitar o combatir la guerra bacteriológica cuando pretendieron dejarnos sin tabaco, sin papas, sin carne de cerdo…prepararnos para enfrentar lo mimo un huracán que un ataque armado, pero todos saben, los agradecidos y los que no lo son, que aquellas decenas de niños que murieron por el dengue hemorrágico te dejaron mudo, en el silencio de la impotencia y removieron las heridas de la guerra cuando viste caer a tus compañeros del Moncada o en la Sierra, o cuando supiste de de la caída de Frank País en Santiago de Cuba, o los niños de Playa Girón.

Y entonces la creación de instalaciones científicas para que la inteligencia nacional pudiera repeler cualquier intento macabro se hizo realidad… en la capital, luego en tu horica, rebelde y hospitalaria Santiago que se convertían en nuevas presencias y victorias que desfilan en la Plaza cada Primero de Mayo.



Este 13 de agosto es el 94 aniversario de tu nacimiento y como le dijiste una vez al campesino Salustiano Silva, allá cerca de Playita, en Guantánamo: “no todo el mundo llega como usted a los 92 años”. En aquella memorable ocasión, Salustiano te contó, sin saber que eras tú, cómo había conocido a José Martí la noche del 11 de abril en el lejano 1895, y ante el relato tu rostro se llenó de luz, porque amabas al Apóstol y no dejaste que muriera en el año de su centenario.

Mi querido Fidel, nuestro Comandante en Jefe de siempre, se cumplen 93 años de tu 13 de agosto y te habrás dado cuenta de que faltaron muchas cosas por lograr, de que el tiempo no fue suficiente para leer o escribir como te gustaba, pero en más de una ocasión recordabas que Martí decía “ los sueños de hoy son realidades de mañana …”

Y ya ves: otros lo hacen por ti, despliegan tus ideas por el mundo y llevan sus batas blancas por caminos inciertos, con la luz de la vida y la salud, las universidades siguen recibiendo a blancos, negros y mulatos, la ciencia cubana se abre paso en el mundo con descubrimientos únicos, los niños continúan con alegría y conocimientos en  escuelas de la ciudad y la montaña y una Delegación deportiva recién finalizó una tarea contra titanes en los recién finalizados Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Pero lo más importante es, Fidel, que cuando tú naciste aquel 13 de agosto, fue como si naciéramos todos, como si naciera el gen de una nueva nación, para luchar, forjar y vivir en una Cuba diferente, digna, independiente, que este año en el día de tu onomástico, encamina sus pasos con el soberano poder del pueblo, y la ardua lucha contra las leyes que Norte revuelto y brutal que cada mañana se recrea en hacernos daños, sin darse cuenta de que esta Cuba echó a andar por la senda de la libertad y se hundirá en el mar antes de volver a ser esclava. 

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