UN SITIO ORIGINAL: Necrópolis Cristóbal Colón



Desde hace miles de años, el hombre, llevado por la creencia del largo viaje hacia otro mundo, a otra dimensión que seguramente debía existir,  que se emprende al morir, ha querido que sus muertos estén en lugares señalados, desde una colosal pirámide hasta la más humilde cruz o piedra, que puede hallarse en un insospechado lugar, nos indican que alguien se preocupó para que ese ser querido en el inframundo, se encontrara lo que había merecido en el mundo de los vivos.

Tal es el caso de los cementerios, que no solamente se construyen para dejar allí los restos mortales de quienes mueren, sino que en su memoria, para su descanso, para su otra vida se construyen bóvedas, panteones y otras construcciones que podemos encontrar en las necrópolis de nuestros días.

Y es que la celebración del Día de Todos los Santos motiva escribir este fotorreportaje, por esa razón Mundo de palabras desea compartir con sus amigos los incalculables valores escultóricos y arquitectónicos del que se considera hoy el segundo cementerio más importante del mundo: el Cementerio de Colón como se le suele llamar al más grande de Cuba, enclavado en La Habana.

Hasta ahora, es el único cementerio americano dedicado al Almirante Cristóbal Colón y muchos especialistas consideran que por sus valores sólo es superado por el Cementerio de Staglieno, en Génova, Italia

Declarado Monumento Nacional son cientos los turistas que a diario lo visitan para admirar la belleza, curiosidad y estado de conservación –a pesar de que lamentablemente años atrás sufrió un deterioro que hoy se que intenta remediar-, pero las grandes obras de mármol, sobre todo traído de Carrara, se conservan.

La gran afluencia de turistas al lugar, se debe fundamentalmente a que la Necrópolis Cristóbal Colón, cuya construcción se concluyó el 2 de julio de 1886, no solamente es la mayor de América sino que atesora una de las más valiosas colecciones escultóricas y  arquitectónicas,

La gran portada de estilo bizantino de tres puertas en arco, mide 34 metros de longitud  y 21 de alto está coronada por un impresionante monumento de mármol de Carrara donde están representadas las virtudes teologales de la caridad, la fe y la esperanza.

Cómo orientarse y qué ver en su interior

Al traspasar la entrada nos encontramos con 57 hectáreas de estructura rectangular en forma de campamento romano, integrada por una retícula de calles, manzanas y lotes, cuyas vías principales convergen en la capilla en la que se ofrece el culto religioso católico para el fallecido si sus familiares así lo desean, antes de partir hacia su última morada.

Para orientarse sirven de guías centrales dos amplias avenidas orientadas de norte a sur, que llevan por nombre Cristóbal Colón y Obispo Espada (nombre del cementerio que anteriormente existía en La Habana y que funcionó hasta mediados del siglo XIX), de este a oeste Fray Jacinto, que sirven como marcadores principales para dividir el cementerio en cuatro grandes áreas.

Y es entonces cuando la vista no puede escoger, aunque hay algunos monumentos que sobresalen, como es el dedicado a los Bomberos, que es el más alto del camposanto, pero igual hay otros que por su originalidad ganan la admiración y más que sepulcros hay que llamarles obras de arte.

Por lo demás, las fotos no solamente nos refieren los deseos de “comodidad, tranquilidad, paz eterna) que muchos con antelación prepararon con destacados artistas y con los mejores materiales (mármoles, granito, pizarra) para reposar allí por siempre, y en eso, inobjetablemente veremos también cómo los monumentos nos reflejan las diferentes clases sociales, aunque la muerte cuando llama a una puerta no llega a pedir limosna sino a llevarse un alma.

En este fotorreportaje 
Mundo de palabras les deja imágenes suficientes para poder dar un recorrido por la Necrópolis de Colón en  La Habana Cuba.


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